í ALBUM LITERARIO 3 serás feliz, no lo dudes, y quedas separado de la vida de crápula que tanto te domina. — Una mujer!.... esposa! Que rie, cuando yo rio y llora si yo lloro!... Y... claro, poco menos que inválido estoy y debo morirme antes, si es que no muere ella primero: y al morir seré despedido con sus tiernas caricias, sentiré sus lágrimas en mis mejillas, sus labios en mis labios, abrazos de ternura, oiré sus oraciones rogando á Dios; á la Virgen de A ó lí, y pedir al santo que le cuelgan taies venales milagros, como si estos, obedeciendo \ súplicas de una alma aflijtda, alargaran mi vida. Y yo, si la ra;'ón no pierdo, estaré fijo con mis ojos en sus ojos contempiando la amargura que siente en el fondo de su alma. Bonito cuadro! y más completo si hay algunos pequeñuelos. VA uno abrazado y llorando con su madre, el oto ocultando las lágrimas para no ahondar más mi último manino, el otro, que desconoce por compíetu el cataclismo que en breve vá á suceder, pide tranquilo el juguete, y heme aquí á Juan en situación peor que aquél del dedo. Chico, chico, chico: mal lienzo para una habltacu'm particular: io bailo mejor para un museo. No me alhaga. — Y dado el modo de vivir conocido en tí. ¿que cuadro h.ilhs? — Te diré: entenv.o, Huno y no me oyen; y si oyen, llegarán tarde v me serwrán mal. El doctor pedirá auna calieire para un.i cataplasma; sí, seguranieníe, porque es indudable, amigo Kulogio, que yo he de morir encataplasmado, y el camarero dirá: — Señorito, no hay lumbre en el fogón. Como tengo siempre cocinilla por precaución, sesuple la bita. Se ncLirrirán vendajes y, lo de siempre: — Señorito, como la señora ev.á en cama...,-— Ya, sí, pues rasga ese calzoncillo ó la camisola, v si hace falta, el paleto también. — Y. ¡si .se vá arreglando todo, hl doctor, cumpliendo con lo de reglamento, advertirá:— Mucho cuidado con olvidarse de dar estas medicinas: cada dos horas, dos pildoras — ¡tengo tomado tantas! —y de media e:i inedia hora los 20 gramos de esta botelia. Cctíiviene mucho que de dos en dos horas se le tome la temperatura con este termómetro v. si la calentura se elevase á 40 gnulos. se le dará al enfermo doble dosis dj pildoras, cuidando mucho á la vez, que no se inicie el írio en los pies, para lo cual conviene tener preparadas unas garrafas de agua caliente. ■ — Has concluido, Juan? — No: trascurrirán tres minutos y aparecerá un encorvado viejo de estrecha frente, luenga nariz, ojos mmdktos v cubiertos con raras gafas, su mirada de ave dj rapiña, boca rasgada, pómulos salientes y adorn.. h- por tal serie de arrugas que le hará formar el verdadero tipo de la usura. La perilla del tintero de asta que se dejará ver en el bolsillo de su enorme U'víta, v el rollo de panel en la izquierda justificará su car;. o. No es mudo: con débil voz aparentemente dirá:- - Vamos, enfermo, vamos;— ¡v yo tal vez moribundo! -v.dorv noasustar.se: muchas son las voluntades que consigné, y mas tarde íueron rectificadas por los mismos Lo que conviene es la conciencia... — ;Y optas por ese cuadro? — ¿Cuadro dices? Sen tantos que, en verdad, me horrorizan. ¡Otorgar sin ciiterio y h razón perdida? Kulogio, eres feliz; maldita la hora de mi hoifandad! Un consuelo tenso: eres mi ;uni"o: adiós! — Juan! —Adiós; nos veremos mañana. — ¡Pobre Juan!— quedó murmurando Eulogio, — calavera pero de buena ley; ojalá se corrija. Otro avance mañana, y Juan es un verdadero ciudadano. Trascurrieron tres dias sin que Juan buscase á su amigo según costumbre. Esto obligó á Eulogio á ir al hotel temiendo estuviera enfermo. No era asi; Juan había abandonado la corte sin despedirse de nadie v ¡a única noticia que adquirió fué — Hi señorito .Jnm después de pagar la cuenta anteayer, salió diciendo;— «Hasta la vuelta.» Kulogio pensó en el suicidio como final lógico en los sé'res cansados de todo lo mundano. Cuatro meses después era sorprendido reconociendo su lena en un sobre á él dirijido. Sus ojos se humedecieron: la verdadera amistad de amigo no se oculta. — -«Villa-Juan 4 de Septiembre de 18... Querido amigo; la noche en que hemos celebrado nuestra última entrevista la he pasado lleno de intranquilidad. Al siguiente día eran las ocho de la mañana, me habia consultado con dos competencias médLas sobre mi estado de salud, las cuales habían emitido informe igual, por lo que me dispuse á salir en el primer tren para Archena. Quince días he pasado en aquel hermoso baineario }' seguidamente pasé á Santander de acuerdo coo el directorio. Perdona, querido Eulogio, perdona mi pr o ceder para contigo, pues si bien he faltado en no escribirte, puedo asegurar que no te he olvidado un so¡o momento. * Necesitaba darte una noticia v hov te la comunico. He cometido la última calaverada: soy esposo. Dicho esto creerás qu" mi compañera es luja de un título, de un banquero ó de un general, hallada en grandes salones. Nada de esto, amigo Eulogio: mi esposa es un ángel desprendido del cielo al cieno social en edad prematura. La he conocido á las doce y media de la noche en sala modesta v con un titulo vulgar. Su hermosura, su delicadeza, su angelical mirada revelando misterio y continuo padecer en eí fondo de su alma, hicieron despertar en mi la curiosidad de conocer su historia. Casi no necesitaba, oirh para comprenderla. Sus hermosos lábios no pronunciaban más que verdad al recitar la vida de la liviandad de sus autores, y las penalidades sufridas por el abandono de ese que se ¡'ama listado. ¡Pobre Mana! mi deseo crecí:, por arrebatar á la desgracia, que la sociedad patrocina, á aquél sér digno de mejor suerte, y lo he conseguido. Ls feliz y soy feliz, comprendo los aspavientos que la sociedad, que se dice pulcra, demuestra ante acontecimientos como este; para no presenciarlos he adoptado vivir lejos de ella, Jo que hago con roda tranquilidad y dicha en un pequeño, pero hermoso hotel, que acabo de comprar en esta pintoresca villa situada en la orilla de Aiosa, país que supera á la tan decantada Suiza. Tarde, muv tarde quizá abandonaré esta región encantadora, y prueba de ello que te acompaño un poder para que te tomes la molestia de admimsirar mis bienes, digo, los nuestros, pues es justo contar con mi cara mitad á quién pertenece cuanto tengo.