CIUDAD ANIVERSARIO Mañana hace un año que falleció el ilustre musicólogo Padre Miguélez Mañana, (Ha 10, se cumple, el primer aniversario ■ de (a muerte, ocurrida en Madrid, del nunca bien llorado P. Miguélez Pampin, la figura más alta del arte musical en nuestra región y uno de los más. ilustres hijos de la Orden de Ja Merced.. Era e¡ P. Miguélez, natural de Mellid; pero, por su ferviente amor a nuestra ciudad y la aureola de respetó, admiración y cariño que su bondad y su cultura hablan inspi'rado, desde su retiro del Convento de Poyo, en todos tos sectores de Pontevedra, podemos considerarlo pontevedrés /andando en ello nuestro más legitimo orgullo. ' A continuación extraemos, de entre las copiosas semblanzas que su fallecimiento hizo asomar a los puntos de las plumas más eminentes de nuestras letras, diversas consideraciones sobre la vida y la obra, igualmente ejemplares y magnificas, del venerado religioso; no sin cerrar esta ligera nota enviando a la Comunidad de Poyo la expresiórí más sincera y sentida de nuestra condolencia por la desaparición del Padre ■ Miguélez. * * ..* «Dos vidas cu una sola biografía: Una, la del religioso que aspiró a la "santidad y que logró plenamente su aspiración ele ir a Dios; la otra vida es la del hombre niovi6tidose en el mundo, en este caso, la del artista, la del escritor, la del profesor, la del músico eminente, que hizo de todas sus magníficas dotes una sola aspiración: Glorificar al Señor. Habiendo convivido con él varios - años* ph.de admirar su obediencia perfecta, médula de la vida regular, su pobreza absoluta, su oración. . fervorosa y su perseverante trabajo, jamás .le vi desocupado. Tempera-" mentó de artista,, de una sensibilidad exagerada, Soportaba con ticcisión los momentos duros de la . vida. Amaba su vocación religiosa, y su voluntad era de hierro en todo lo qüe a ella concernía. ''Su alma -sencilla e infantil, sin recovecos ni dobleces, se vela hasta, el fondo. Era notoria su delicadeza 'y su caridad. Lector asiduo de San Pablo, en una frase del Apósr íol podemos centrar toda su vida: «Se hacía todo para tpdos, a fin de ganarlos a todos». Fr. R. S. Revista «La Merced». . * * * «Nos unía una vieja amistad, sostenida más que por un asiduo trato personal, por uria total e 'intima compenetración de ideas, en la común empresa de nuestro apostolado artístico. La labof del P. Miguélez, en este aspecto, aunque callada y modesta en la apariencia, fuá' muy efectiva. Se distinguió po'r la tenacidad y constancia dentro de la órbita de su acción y de las restricciones que le imponían su carácter, sus fuerzas y, acaso también, el medio ambiente en que le tocó vivir. Por los artícuios que escribió en diversas revistas, por sus composiciones, y, sobre todo, por sus campañas organísticas, se podía ver claramente la solidez de sus estudios, el acierto de sus orientaciones y el celo de que estaba animado por el decoro de la casa del :Senor y del arte patrio. Ninguna .alabanza la cuadra mejor que la evangélica de «siervo bueno y fiel». Bueno, a carta cabal, y en si y para todo. Bueno, por sus rectas intenciones y deseos de acertar. Fiel a los ideales religiosos y artísticos, sostenidos siempre por el suaviter et fortiter. Porque «en lo ' poco» . que estaba ' a su alcance, segím los medios de que disponía, supo ser fiel, con esa tremenda fidelidad deí que repoge y aprovecha «toda partícula del buen doii'. Los ángeles, «al llevarle al paraíso», entonarían a coros la dulcísima antíiona que el Señor reserva para sus nejores servidores». .j. lí. P. Nkmesio Otaño. Dii'iíctor del ¡íeoí Coi i so r\u lorio de Música y Doclamoción. IttvisUi «!,a Merced-. * ■A' * «Con verdadera emoción trazoesta i líneas, evocando la figura del P. je sé Miguélez, quien, por su carácterj personalidad, difería enormemente de mis oíros discípulos de composición Indudablemente el Padre Miguélez ha pasado por este mun jo con un retraso de' varios siglos Yo me lo figuro en el claustro o en la celda de ün convento medieval, dedicado por completo a sus rezo; y a sus tareas musicales, investigando y escudriñando Códices, escribiendo música o buscando nuevos procedimientos para perfeccionar i:l órgano. Eii estos tiempos tumultuosos, de guerras y calamidades, un teniperamen o y ím alma' religiosa, como pose ia 'Miguélez, pasando hasta por el destierro, han debido ser motivo de g -andes sufrimientos. Asi y todo, en lí. última parte de su vida, en la tranquilidad del Convento de Poyo, ha sabido recoger su'ánimo y trasladar al pentagrama sus ideqs, escribiendo misas, siguiendo el riguroso precepto que Pío X expusiera en su Mota Propio, cantos espiritual(:s, villancicos, motetes y hasta una Sinfonía Gallega, pues Miguélez f:ra hombre de gran cultura y coiKcia a fondo la Música sinfónica, desde los clásicos Mozart y BeetUoven, hasta los más modernos Debnssy, Ravcl y Strawinsky. Belln íigura la que desaparece; pero . el recuerdo de su grave y austera personalidad, la sugestión y simpatía dé su trato, el mérito y unción de üus obras, perdurará siempre ciitri; nosotros». Joaquín Turina. Crítico musiod y Académico de lo de lielins Artes de San Fernando. Revista «La Merced». * * * • Murió" el maestro, y un grupo de 'dlsc pulos lo jamen tó de corazón. Asi os cantores de nuestra Coral Poli onica, viendo en el P. Miguélez í 1 cultivador de! género polifónico, entre los compositores de laGalicia actual, lloraron su desaparición. El P. Miguélez quería entrañablemente .a la Coral Polifónica, como quería al inolvidable Blanco Porto, cuya muerte produjo en su Aniir o profundo dolor. Libros, partí tur is, consejos, todo se lo entregab;. para el mejor desempeño de "su paciente y meritísima tarea. Pero este acuciarnos no cesó con la muerte de Blanco Porto, por el contrari í, días más tarde, reconociendo nuestra horfandad y endeblez, comentó a llamarme con .frecuencia inteiesándose por nuestro diario trabajo, animándonos a proseguir en U labor, escribiéndome cartas para que diese lectura de ellas ante ios cantores. De ^ste modo bien teñí; que resonar en nuestros corazones la ovación que el selecto públicC' congregado en la Real Aca-r demia de Bellas Artes tributó al P. Miguélez cuando terminamos de cant.ir -Vexo Vigo, vexo Cangas»... Dios lo. dispuso así y por tanto divina nente dispuesto: hoy nos lleva al sabio colaborador R. P. Miguélez, ayer nos arrebató a nuestro GESTORIA ÜI4RÍDIOA C. I. A. I. C. Cardenal Cisneros, 7 ■ MADRID Cobro* Induttrtalei, «traiado* y corriente» • Corresponsales en toda España Corresponsal en la \r\KÓ Gnn7á\P7 TÍH Provlneiado Pontevedra JU^K UUl lC.a l^CC, \_IU Peregrina, ;;9- 2.a maestro y perpetuo director Blanco. Porto, antes nos había separado del Presidente de -la Sociedad, el incomparable Losada Diéguéz. Triste y fuerte destino de ía Sociedad Coral Polifónica que, entre lágrimas y canciones, sigue su camino cultivando el arle y alabando a Dios. No olvidem'os que la primera obra que ejecutó la Polifónica, y esto fué un día de Semana Santa de 1925, termiuabii así: «Fiat voluntas tita». Esa frase de la lilurgia inició nuestra labor». Antonio Igli'sias Vi l mí i- i. i. v.. hircclnr i|<- l;i Sociednrl Omil l'olilmueíi. HeviKl;! ■ La Merced-. «Purqnc en esta escisión de nuestra época cutre quienes se venden a la materia y quienes arden en ei cultivo del espíritu, el P. Miguélez era un atlcta.de la cultura. Son muchos los que le conocían— era ma figura popular — ¡ pocos los que le conocían integramente. Para algunos soría tan sólo eí mayordomo de un convento, hábil comprador de vitualliis e incansable proyectista de reformas y restauraciones. Para otros era un técnico capaz de seiectrificar-, sin demandar ayuda de nadie, los servicios de una compleja empresa, dejando al paso un par _ de Originales invenciones. Muchos' unían a esta pericia técnica su saber de organero y de arqueólogo de instnunenlos musicales. Los más le conocían como .artista: le habian escuchado al órgano en sus admirables improvisaciones, seguían de cerca su laboral frente de la «Sellóla Cautorum» de! Monasterio de Poyo, sabían de su. papel en la vuelta al gregoriano y a la polifonía clásica, admiraban sus motetes, sus misas, siis popularísimos himnos, y esas fragantes' armo.iizaciones de nueslro folklore musical, tantas veces entonadas por la Sociedad Coral Polifónica. Pero quizá^ los que creían descubrir- en él al más insigue de los músicos de 1^ Galicia de hoy, no sabían que aún quedaba oculto a su i ojos otro P. Miguélez, el lingüista, el que dominaba al lado dejas lenguas cjásicas y de la dialectología romáiiica y eslava, el hebreo, el caldeo, las remotas lenguas orientales, que le servían para ¡luminar sus afanes escriturarios con una dedicación de humanista del Renacimiento. Este «hombre, de muchas almas* —cuándo mejor la expresión? —es ' el que acaba de íibandouar Poyo, el que ha dejado U. Orden de la Merced -ya desangrada -es el que hemos perdido los pontevedreses». José Fu.Guruiu Vai.verdr. Director d'el Museo de i'onlevcdro. «Pero más profundamente hemos de admirarle en el aspecto musical, en donde la íigura del P. Miguélez adquiere extraordinario relieve. Una visita a la celda 48, destinada para él en el Monasterio de Poyo, ños da idea de.la gran parte que la Música ha tomado en la vida del Padre Miguélez. Admiramos su magnífica biblioteca particular, en donde, junto a obras de filosofía, sagradas escrituras, electricidad y orgauografía, ocupa lugar preferente la Música en todas sus numerosas representaciones. Autores antiguos y comentadores modernos, en diversidad de idiomas. Todas las escuelas y todos los períodos, desde los maestros del XVI hasta nuestros días, avaloran aquel archivo magnifico. En libros, sobre su mesa de trabajo, junto a su interesante correspon'dencia, encontramos infinidad de notas, estudios y borradores, que luego habían de hallar forma definitiva. Y aprovechando todos los huecos que la habitación deja disponibles, está sii gran producción, que manos hermanas catalogan cuidadosa y cariñosamente. Llegan a 300 las páginas musicales en donde el P. Miguélez nos díjó su riquezá.de imaginación inagotable. Profundo, fácil en evocaciones, e inspiración, llega a expansionarse y se asocia a las ideas para realizarlas felizmente. Sus obras son nobles, como su vida. Palpitan en ellas sus eternos ideales, sus sentimientos. He ahí sus cantos de suavidad mística, piadosos: motetes. DE COLABORACION PONTEVEDRA No sé si cuando un viajero lle^a a esta ciudad sufre igual 'decepción a la mía. Había pasado numerosas veces en ambas direcciones por ferrocarril sin detenerme aquí para nada. A vuelo de pájaro la visilé hace diez años con motivo de una excursión de fraternidad ciudadana: el bullicio, la juvenil alegría, invadían plazas y jardines, lo cual, unido a mis pocos años, dificultaban, si no impedían, el poder admirarla detenidamente. De estas idas y venidas, formé el mismo concepto que vulganneníe se tiene de uno cualiiuicra de esos pueblos, desparramados en los numerosos y bellísimos parajes gallegos, henchidos de almar, orgulloso y plagado de galerías, donde se «¡únen unas cuantas buenas amigas con el fin de pásar la tarde «cortando trajes» a todos los viandantes que acierten a pasar por su calle. Viajé por España, y el hecho de ser natural de esta tierra, hizo que casi siempre se suscitasen conversaciones sobre las maravillas gallegas y el carácter de sus habitantes. Mis. interlocutores, al referirse a Galicia, desviaban la conversación concretamente a las provincias de La Coruña y Pontevedra: aquélla por su edénica capital, los arsenales de 1:1 Ferrol y la milenaria Composlela; de ésta, por Vigo, su gran puerto, ¡as rías de ensueño y la apacible y tranquila capital. Mi disconformidad era notoria: Gfilicia también son olras dos provincias, sí no tan belfas, no por ello despreciables; de Pontevedra —capital -objetaba precisamente con io que mis contradictores consideraban como más valioso: su tranquilidad. Recientemente, al llegar de la capital de España para vivir aquí, afirmé más en una primera impresión el penoso concepto que de ella misas, salmos, bimnos, villancicos, cantos misionales, cantos populares armonizados... La vida del P. Miguélez— que se extingue silenciosa y dulcemente en la Residencia de Buena Dicha, de Madrid, -es de-las que no dejan luz para un com'entario largo y persistente. Vida de abnegada labor como evangelizador, compositor, organista, filólogo, gregoríanista... Alma verdaderamente escogida, con un corazón lleno desafectos y de bondad, ha de legarnos, como la más preciada enseñanza, esa admirable lección de humildad, de sencillez, de modestia, virtudes que en todo momento rodean aquella giganíesca labor, y que hemos de encontrarlas en su tránsito. Porque en silencio le llevó Dios, como él, en silencio, le oirendó su misión' magnifica en 'el mundo. Con esa sencillez de alma «que iluminó con sus pasps el camino del ciclo», así recogió ¡os eternos triunfos lejos de gu Monasterio de San Juart de Poyo, dispuesto ello por Dios para no quebrar, con tribuios obligados, el predicado de santa humildad de su siervo. Tránsito consolador, feliz y ejemplar, como su vida, el de este— como le llamó nuestro gran Turina, su maestro — 'Misionero de armonias y de virtudes». j. M. Rcvisln •Fülmft.. tenía.. Todo me pajecía pequeño, pobre, de un desesperante estatismo: ni trepidación del Metro, ni ron-ron del tranvía,' ni guardia dispuesto a inullai' con dos pesetas por no respetar el tráfico... Todo eso quedaba a unos cuantos centenares -de kilómetros. Si; pero encontré una ciudad (pie, volcada cu el Océano, mira hacia dentro ohligaudo al hombre a concentrarse cu si mismo hasta llegar al ■nosce teipsum- socrático como base de sabiduría, ya que a ello obliga su privilegiada situación, la exuberante vegetación de su campiña incomparable, lo florido de sus parques y jardines; sus reliquias heroicas, históricas y artísticas. Después, la exquisita corrección de sg,s habitantes, la amabilidad do su carácter —el exclusivo concepto qte de la pétrea composición tienen, como si todos fuesen escullores—, unido al religioso recogimiento de sus deliciosas damas, sin pedante cursilería, que nos hacen recordar, lances de aquel caslellano Siglo de Oro en plena época de las -uves» y de los tés-danzantes, hacen tal unidad, que difícil mente puede el extraño sustraerse a integrarse en ella. ¿Qué importa el ruido de una gran urbe si el hombre ha de vivir encadenado poi un absorvente maqumismo que le hace una pieza más de su armazón de acero? ¿No es mejor vivir entre* eternos jardines, donde la ualura- ' leza pone los mejores caprichos, sin la constante preocupación de! * .tiempo que minea llega? Así, en un remanso del proceloso mar, sin orgullo y sin galerías, pero pictórica de amimcos motivos, veo ahora Pontevedra. — J. G. M. Carta abierta.., (Viene de la página) si una Cátedia asi les sirvieia de acicale para perseverar. Y el comercio obl cudria sus benefinns, pues no cabe olvidar que todos estos organismos elevan el nivel de vida, incrementan la cultura, capacitando a todos para un vivir mejor, principal razón del moderno tráfico mercantil. No ignoramos que algunas, enfidades de la villa del Lérez, tic fin distinto al expuesto, hacen grandes esfuerzos, dignos de todo elogio, en idéntico o parecido sentido;, pero es ^indudable qiic tan valiosas aportaciones a la cultura ciudadana no rinden el fruto apetecido por falta de continuidad, pues, en esencia, su objeto es otro. ¿Medios? Una selecta biblioteca, un saloucito de tertulia, olio de iecíura y una sala de conferencias y exposiciones es todo lo que se necesita. ¿Cómo lograrlo? Con el decidido y vigoroso apoyo de nuestras diguisimas autoridades, coiVel valiosísimo de aquellas entidades a que hicimos referencia y con un poco de buena voluntad por parte de todos. ¿Nos lo proponemos? Si asi es, seguros estamos de conseguirlo. Muchas gracias, Sr. Director, y apróvecha la ocasión para saludarle y felicitarle su s. s. q. c. s, m. JOSlí GUKDl- MONTl-KO. i HERRERIA P I FÁBRICA DE HKRKAMIKNTAS Para la AgriculUira y Oficios E. Vázquez y Hno, Apartado 64 - TI. 6ñ - Peregrina, 126-131 Pino P O N'T 13 V R 1) Ji A CAMISAS A MEDIDA SOTO Y FERNANDEZ PRINCIPE, 29 VIGO